7/29/2014

una mirada crítica: los fondos buitres en argentina y el mito de los brics


Cuando un inversor corre riesgos fuera de lo común con su cartera de inversiones, busca ser compensado con mayores rendimientos. En caso de bancarrota de sus deudores, ese inversortendrá que aceptar algunas pérdidas y los altos rendimientos servirán como contrapeso del riesgo enfrentado. Eso es la rutina en los mercados financieros desde tiempos inmemoriales.

Pero en un fallo reciente, la Suprema Corte de justicia de los Estados Unidos acaba de decidir en contra de esa práctica y ha colocado en dificultades al gobierno de Argentina.

La crisis de la deuda externa que sufrió Argentina entre 2000-02 condujo al país al peor quebranto en su historia. Para 2001 era prácticamente imposible mantener el servicio de la deuda (superior a 166 por ciento del PIB). Los acreedores recibieron durante algunos años rendimientos superiores al promedio de los mercados como compensación frente al riesgo de una moratoria. Aun en el momento de rendimientos más deprimidos, el margen frente a los bonos del tesoro estadounidense era de unos tres puntos porcentuales.

En 2005 el gobierno argentino ofreció a sus acreedores una reestructuración. Para ese año los bonos argentinos se cambiaban en el mercado secundario muy por debajo de su valor nominal, y la gran mayoría de los acreedores aceptó las condiciones ofrecidas por el gobierno de Kirchner, accediendo a reducciones en el principal de hasta 75 por ciento (en realidad, las pérdidas para los acreedores fueron menores, porque en el cálculo del principal se incorporaron los intereses no pagados). En total, entre 2005 y 2010 los tenedores del 93 por ciento de los bonos argentinos aceptaron la reestructuración de la deuda. Desde entonces,Argentina cumplió fielmente el calendario de pagos y redujo su deuda a un 40 por ciento del PIB.

Pero una pequeña minoría de acreedores rechazó el arreglo. Sus bonos fueron adquiridos por fondos de inversión especializados en la compra de títulos con problemas para después buscar recuperar el total del valor nominal: esos fondos buscan convertir en 100 lo que compraron por25. No por nada se les conoce como 'fondos buitres'. Entre los que participaron en esta maniobra en el caso argentino se encuentran Aurelius Capital Management y Elliott Capital Management, fondos que usan prácticas depredadoras para recuperar sus "inversiones" de alto riesgo.

El argumento de la Suprema Corte estadounidense está basado en la cláusula de pari passuque figura en todos los contratos de deuda externa y concursos mercantiles de quiebra. Esa cláusula otorga a los acreedores igualdad de derechos en relación a deudas similares del mismo emisor. Eso implica que si Argentina procede a pagar a un acreedor que aceptó reestructurar su deuda, entonces deberá hacer lo mismo con los acreedores que rechazaron ese arreglo. Y como éstos no aceptaron quitas al principal, entonces Argentina deberá pagarles la totalidad de la deuda. El fallo de la Suprema Corte da derecho a los acreedores para apoderarse de activos de los deudores como forma de cobro.

Todo esto plantea un enredo legal de graves implicaciones macroeconómicas para el gobierno argentino. El fallo estadounidense implica que si Argentina paga a los acreedores que aceptaron la reestructuración, por la cláusula pari passu debe también pagar a los que no la aceptaron. Pero en ese caso, según el tribunal estadounidense, esos acreedores tienen derecho a cobrar el total de la deuda. Sólo que los bonos que fueron reestructurados contienen una cláusula que estipula que si Argentina concede en el futuro a un acreedor mejores condiciones sobre canje de deuda, esas condiciones deberán aplicarse a los tenedores de bonos reestructurados. 

Esta cláusula de 'acreedor más favorecido' significa que los dueños de los bonos reestructurados también tendrían derecho a reclamar la totalidad de la deuda y el proceso de reestructuración quedaría anulado. Renacería la crisis de la deuda, con todas sus implicaciones para la economía y sociedad argentinas. Es posible que los ministros de la Suprema Corte estadounidense, tan acostumbrados a pensar en la aplicación extraterritorial de la legislación estadounidense, no estén conscientes de las implicaciones de su fallo.

Sin duda Argentina necesita ayuda, pero frente al tema de los fondos buitres, la ayuda de los BRICS brilla por su ausencia. Cierto, Buenos Aires y Beijing han firmado un acuerdo de intercambio de divisas que permite a la Argentina pagar importaciones de China en yuan, lo que da cierto respiro al país sudamericano en materia de reservas, pero en el fondo sólo se trata de un crédito para poder financiar ventas chinas. 

Desde hace tres años la economía argentina viene perdiendo dinamismo, en buena medida por la contracción de sus mercados de productos básicos. Todos los créditos otorgados por Xi Jinping durante su visita a Buenos Aires son préstamos atados que favorecen a compañías chinas en telecomunicaciones, energía nuclear y construcción de presas hidroeléctricas. Esta no es la ayuda que podría ahuyentar a los fondos buitres.

Y a propósito de los BRICS y la fábrica de mitos…

En el primer año de este siglo se inventó el acrónimo BRIC. La abreviatura se componía de las iniciales de cuatro países cuyas economías eran consideradas potencias emergentes: Brasil, Rusia, India y China.

En 2003 Goldman Sachs pronosticaba que en cuarenta años los países del BRIC tendrían un papel preponderante en las finanzas, comercio, industria, ciencia y tecnología a escala mundial. Su producto interno bruto rebasaría al del G6 para esos años (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Inglaterra e Italia). De acuerdo con esas proyecciones, cada integrante del BRIC dejaría atrás a las economías del G-6, salvo la de Estados Unidos (que sólo sería superada por China).

Entre 2003 y 2008 el pronóstico parecía ir por buen camino. Las cuatro economías mantuvieron altas tasas de crecimiento y sus signos vitales en materia de estabilidad y cuentas externas parecían saludables. En abril de 2010 Brasil fue el anfitrión de una reunión de los cuatro países y, en esa ocasión, Sudáfrica fue invitada a unirse al grupo. El acrónimo devino BRICS.

La serie de crisis financieras de los años noventa y las asimetrías crecientes en la economía mundial mostraron sin ambigüedades las funestas consecuencias de aplicar las recetas del consenso de Washington. El surgimiento de los BRICS generó expectativas sobre posibles reformas en el sistema monetario internacional y cambios de orientación en las políticas del Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio. Al estallar la crisis global en 2008 se reavivó la esperanza en algunos círculos sobre el potencial de los BRICS para alterar el rumbo de la globalización neoliberal.

La semana pasada se celebró en Brasil la sexta cumbre de los líderes de los países integrantes del BRICS. Pero las economías del grupo no están en muy buena salud y distan mucho de haberse desmarcado de la globalización neoliberal.

En cada una de estas economías los problemas son diferentes. Pero en todas ellas la tasa de crecimiento ha disminuido: este año el crecimiento en Brasil y Rusia apenas será de 3 por ciento; en la India será de 4 por ciento y en Sudáfrica el resultado será un mediocre 2 por ciento. China, la estrella del grupo, podría alcanzar una tasa de 7 por ciento. Y las cuentas externas del grupo se han deteriorado. Brasil, India y Sudáfrica mantienen fuertes déficits por cuenta corriente y eso requiere financiación externa. Cada vez más, la financiación se hace con créditos a corto plazo y con mayor endeudamiento en divisas extranjeras que en moneda local.

Además, todos los BRICS tienen abultados déficits fiscales (Brasil 2,4, Sudáfrica 3,7 y la India 8,2). Todo lo cual agrava su vulnerabilidad en un contexto en el que las condiciones de financiación externa resultan desfavorables.

La crisis en la Unión Europea y en Estados Unidos terminó por frenar al BRICS. Es normal,porque la fase ascendente del ciclo expansivo en el mercado mundial de productos básicos no podía durar eternamente y menos en un entorno recesivo. Quizá lo más importante es que, a raíz de la crisis, esos países han descansado más en el endeudamiento interno para tratar de mantener sus ritmos de crecimiento. Por otra parte, en tres miembros del BRICS las obras faraónicas derivadas de competencias deportivas mundiales han sido a la vez una fuente de dispendio y un motor (coyuntural) de crecimiento: las Olimpiadas de invierno en Sochi (51 mil millones de dólares), las Olimpiadas de Beijing (40 mmdd) y la Copa Mundial de Futbol en Brasil (19 mmdd). La cruda realidad  financiera después de esos eventos no es precisamente una fuente de dinamismo económico.

Las noticias sobre un nuevo banco del BRICS y la posible creación de un esquema de intercambios comerciales en monedas de estos países deben verse con escepticismo. Este bloque un club de países que comparten distintos intereses políticos y comerciales, más que una agenda común de cambio en la economía internacional. A China le conviene la estabilidad en Sudáfrica, porque ahí están algunas fuentes de materias primas de importancia estratégica.

A Rusia le interesa el apoyo del grupo, para contrarrestar sanciones de Estados Unidos por la crisis en Ucrania. A Brasil le inquieta una reducción en la tasa de crecimiento de China, porque en mucho depende de ese mercado para productos primarios. Y a todos los líderes del BRICS les preocupa su desprestigio y la falta de credibilidad política en lo interno.

El modelo neoliberal basado en la necesidad de mantener salarios competitivos sigue siendo la espina dorsal de las directrices de política económica en los BRICS. Desde las brutales condiciones de explotación en las minas en Sudáfrica, hasta la rapacería de las mafias en Rusia, pasando por los abusos sobre los pueblos originarios en India y la expoliación de los campesinos sin tierra en Brasil, el neoliberalismo se mantiene en los BRICS. Los resultados de la cumbre del grupo en Brasil no deben engañar. La globalización neoliberal no será desafiada por un grupo de líderes de países en los que el neoliberalismo se mantiene triunfante.


Alejandro Nadal es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso

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